Hace algunos años, le pedí a mi esposa que me escribiera una carta describiendo cómo mi lucha con la adicción al sexo le había afectado. Esta fue su carta:

“Me pediste que escribiera una carta acerca de cómo tu adicción me había afectado. En esa entonces, las cosas eran un poco nebulosas, yo estaba joven y no sabía qué pensar acerca del tema. Eso sacó todas mis inseguridades a luz. Trataba de competir contra otras mujeres por tu mirada. Siempre intentaba ver qué era lo que encontrabas más atractivo en otras mujeres – dónde estaban mis fallas. El principio de nuestro matrimonio fue lo peor. Mis inseguridades mas tu adicción dio como resultado el desastre.

Miré películas pornográficas un par de veces solamente por curiosidad de saber qué era lo que me faltaba en la cama. De alguna manera, era un tipo de auto-tortura. “No soy suficientemente buena”, “No doy la talla”. ¿Qué era lo que veías o que tanto te atraía que yo no te podía dar? Constantemente veía otras mujeres (quizá más que tú) para ver si observabas su diminuta cintura o su gran pecho, su lo que fuera.

Me he vuelto mejor en no dejar que sea “mi culpa”. Si alguna vez decides volver a ese camino y auto destruirte, no será culpa mía. Me afectará, sí, pero no como hace 12 años.

Tu adicción al sexo derrumbó el pequeño resto de autoestima que tenía entonces, en realidad no había mucho qué destruir. Eso me puso en guardia por todo – tenía miedo de que si yo no era “perfecta” (cualquier cosa que eso signifique) me dejarías o te irías. Te hice mi todo, lo que estaba mal, y cuando me engañaste con una prostituta en 1991 me dejaste devastada.

Hoy todavía lucho con mi inseguridad; estoy paranoica acerca de las fotografías que puedan venir en algo que recibamos por correo, o en alguna revista que yo desee leer. No es que esté pensando que regresarás a dónde estabas, pero que podrías ver en esa fotografía lo que yo no te puedo ofrecer.”

El proceso de sanidad de adulterio es difícil y algunas veces doloroso, toma tiempo sanar las heridas de la traición. Sin embargo, el Dios Viviente sana y restaura completamente a las mujeres y sus matrimonios de las garras de la infidelidad (sí, la pornografía es adulterio), así que hay abundante esperanza.

Usaré algunos de los puntos que mi esposa sacó a colación en su carta como guía de algunos de los temas que deseo examinar.

1. No es tu culpa.

Podrías tener 20 años y tener un cuerpo perfecto, además de darle a tu esposo todo el sexo que desea y aún esto no resolvería su problema de adicción al sexo. ¿Por qué? Porque la adicción al sexo es su manera de lidiar con el vacío, el dolor y la soledad en su corazón. El sexo no restaura un corazón herido, lo que significa que nada de lo que hagas o no hagas sexualmente es la causa de su problema, si importar lo que él diga. Algunos chicos sacan ventaja de la falsa culpa de sus esposas, como una cortina de humo, diciendo “si solamente me dieras más sexo yo no sería así”. Si tu esposo trata de usar esto en tu contra, confróntalo; no dejes que te eche la culpa de su decisión de servir al dios de la lujuria.

Pueda haber fricción en tu matrimonio, pero hay conflictos en todos los matrimonios y tratar de escapar usando pornografía o una aventura amorosa no ayudará. Si tu esposo está involucrado en esto, es casi seguro que estará inmerso en aislamiento y lujuria, lo que significa que podría tratar cualquier cosa para evadir su responsabilidad. 100% de la culpa de su decisión de adorar a la lujuria está sobre sus hombros, entonces nunca dejes a tu esposo asignarte su culpa. Tú no causaste su adicción, y no puedes sanarla.

2. No dejes que tu esposo te devalúe.

Las mujeres hacen esto cuando dejan a sus esposos seguir en la adicción al sexo sin haber sido confrontados. Si antes de que se casaran tu prometido te hubiera dicho “Me voy a masturbar con pornografía una vez a la semana… o voy a tener sexo con prostitutas mientras estemos casados” nunca hubieras llegado al altar con él – lo hubieras hecho escoger entre tú y su pecado sexual. ¿Por qué? ¡Porque te hubiera estado tratando como basura si hubiera dicho tal cosa! Tú eres una preciosa hija de Dios, no un trofeo en su repisa, así que no dejes a tu esposo tratarte como tal. Esto significa que él necesita escoger entre la pornografía o las aventuras y tú, o entre ti y cualquiera sea su manera de manifestar sus problemas sexuales.

Debes dejar claros los límites: “somos yo o la pornografía… o necesitaríamos hablar acerca de la separación”. Él debe hacer un compromiso de hacer cualquier cosa que sea necesaria, ahora, para liberarse de la lujuria. Su compromiso debe mostrarse por medio de acciones persistentes y determinantes; en este campo, las palabras solitarias no significan nada. Esto significa que toda la pornografía debe ser removida de la casa y él ya no debe corromper tu familia. Si fuera necesario, un bloqueador de pornografía debe ser instalado (dándote a ti la clave), hasta podría deshacerse de la computadora o podría cancelar su contrato de televisión. También significa que debe asistir a un grupo y/o que se reúna con un compañero de rendición de cuentas por lo menos una vez a la semana.

La adicción al sexo es un problema difícil de solucionar, así que si no se compromete nunca saldrá de allí, y si no es así es muy probable que todavía esté jugando con la lujuria. Mentiras, engaño y jugar a las escondidas son una gran parte de la adicción sexual, lo que significa que no puedes creer solamente de palabra que él está mejorando. Sus acciones son el más claro indicador de cuán serio es él acerca de buscar ayuda, debes buscar la prueba en sus acciones no en sus palabras.

Enfrentar a tu esposo podría no ser fácil. Él estará tambaleando en su vergüenza, y lo más seguro es que habrá construido un muro de aislamiento alrededor de su corazón. Hablar acerca del pecado sexual será aterrador para él – especialmente frente a ti. Algunos hombres tratarán de evadir el verdadero problema por medio del enojo o acusaciones. Lo mejor es que te tomes algunos días para orar antes de confrontarlo; mejor aún, si tienes algunos amigos que puedan orar contigo.

Mi experiencia es que las mujeres pueden sentir que sus esposos están involucrados en adicción sexual mucho antes de que puedan entenderlo de verdad. Tú tienes un sexto sentido que nosotros los hombres no tenemos, y sabes por instinto cuando algo está mal. Si tu corazón te dice que algo anda mal con tu esposo (si es que viene del lugar correcto, que quiere decir que no viene de tus inseguridades) la probabilidad más alta es que estés en lo cierto. Sigue tu instinto por medio de la oración y pregúntale al Señor acerca de qué pasos seguir.

Tú tienes todo el derecho de pedirle a tu esposo que escoja entre ti y la lujuria, de hecho, debes hacerlo. El error que cometen las mujeres es no hacer nada, dándole más fuerza al problema, dejando a sus esposos que continúen corrompiéndolas a ellas mismas y a sus hijos incesantemente.

3. Ponte de su lado.

Una vez que tu esposo comienza en el camino de la recuperación, no esperes que encuentre la libertad del pecado sexual de la noche a la mañana, recuerda que lleva mucho tiempo en él y ha estado saturando su mente con lujuria por años. (Acá me refiero a lujuria en general, no a las aventuras o al sexo fuera del matrimonio, esto debe parar inmediatamente). La mayoría de los hombres (95%) se envuelven en la pornografía durante la adolescencia, lo que significa que están luchando contra algo que ha sido un problema por toda una vida. No es una tarea fácil. Encontrar la libertad, generalmente, es un proceso, no un evento único.

Si tu esposo está mostrándote, con acciones consistentes, que quiere liberarse de la adicción al sexo, únetele en la lucha. Ora con y por él todos los días. Pregúntale una vez a la semana cómo le va (eso añadirá más rendición de cuentas a su vida).

Recuerda que su adicción al sexo se trata de medicar un corazón herido y que probablemente está tan confundido y asustado como tú lo estás (además de estar un poco avergonzado).

Estoy convencido de que la esposa de un hombre es su activo más grande en la batalla contra la lujuria; tu involucramiento y apoyo pueden hacer una gran diferencia, debido a que tú puedes ministrarlo como ningún otro ser humano sobre la faz de la tierra. Si se va en un viaje de negocios, puedes orar por él por teléfono mientras está en la habitación del hotel (y pregúntale qué miró por televisión). Además, gentilmente, puedes ayudarle a ver sus puntos ciegos.

Es probable que nunca antes haya experimentado la gracia, y tu gracia puede jugar una parte poderosa en su sanidad. Tan pronto como esté trabajando duro en la lucha, quédate cerca de él, transmítele tu gracia.

4. Atrae a más mujeres a tu lado

No trates de soportar todo por tu propia cuenta. Tú has sido profundamente herida y necesitas otras mujeres a quienes expresarles tu dolor; mujeres que te puedan dar apoyo y confort, y que oren por ti. (Es importante que tus apoyos no traten de poner más gasolina en el fuego de tu enojo, ¡Esto sólo lo hará peor!) Las mujeres que no expresan nada son un volcán esperando a explotar, y si la gente que te apoya no lo hace en realidad, simplemente están agregando presión a la futura explosión. Debido a que la mayoría de hombres que luchan con la adicción al sexo piensan “Yo soy el único que lucha con esto y no puedo contarle a nadie”, entonces sus esposas piensan “No puedo contarle a nadie acerca de esto, ninguna mujer más habla acerca de esto, entonces debo estar sola”. Piensa acerca de esto: en todas las encuestas, por lo menos el 50% de los hombres tienen algún problema con la pornografía o la adicción al sexo. Esto significa que el 50% de las esposas en la iglesia de alguna manera estarán luchando con el adulterio de sus parejas, cuando el problema de sus esposos salga a luz. No estás sola, y hay muchas otras mujeres atravesando la misma situación.

Algunas mujeres tratan de no hablar de los problemas de sus esposos debido a que están asustadas ya que otros podrían pensar “ella no hizo suficiente______ por su esposo” (llena el espacio con la inseguridad de tu elección). Ellas piensan, que la adicción sexual de sus esposos, es la evidencia condenatoria de que hubo alguna área de sus matrimonios que no estaba completa, y que si otros, especialmente mujeres, se enteran, las juzgarán. Siempre recuerda la verdad mencionada arriba, que, a pesar de las mentiras de vergüenza que Satanás trate de poner sobre tus hombros, la adicción sexual de tu esposo no es tu culpa. La meta de Satanás es destruir tu matrimonio, y te atacará con pensamientos de duda, inseguridad y miedo a ser juzgada para mantenerte aislada y que no obtengas ayuda y aliento. (Él usa el mismo método de ataque hacia tu esposo para mantenerlo alejado de la ayuda).

Recuerda que está sucediendo una verdadera batalla espiritual, y que nuestro enemigo hará lo que sea para mantenerlos, a ti y a tu esposo, en el aislamiento.

No dejes que la vergüenza, el miedo o la inseguridad te alejen de buscar ayuda.

Debes tratar de no poner toda la fuerza de tu miedo y enojo solamente en tu esposo. Esta no es la manera en que debes expresarle tus sentimientos. Debes buscar alguien que no esté emocionalmente involucrado en el tema para hablar. Tener otras mujeres con quien hablar aliviará un poco de la presión sobre tu matrimonio, que por cierto, debe de estar acerca del punto de ebullición.

Tenemos mujeres disponibles quienes te pueden escribir con palabras de ayuda en caso que no tengas a nadie cerca de ti a quien puedas contactar. Por favor escríbeme si quieres que otra mujer te contacte.

5. Evita buscar confort en los lugares equivocados

Podrías estar tentada a buscar confort en los brazos de otro hombre o involucrarte con chicos en salas de chat mientras tu esposo está distraído. No entres. Eso solamente agregará más dolor y estrés sobre un matrimonio que ya está siendo empujado al punto de quiebre. No comiences a ver películas pornográficas (como lo hacía mi esposa) para “encontrar lo que necesitas hacer”… esto te corromperá a ti y seguirá corrompiendo a tu familia. Mantén tu lado de la acera limpio.

Algunas mujeres podrían tener la tendencia a volcarse hacia la comida buscando confort durante esta etapa. Comer de más no resolverá el problema, y como la lujuria, puede poner una pared de vergüenza entre Dios y tú. Busca consuelo por medio del apoyo de otras mujeres y en la presencia de Jesús, quien está esperando para consolarte. Si todavía no lo haces, busca un diario y escribe tus emociones. Dios puede bendecirte, consolarte y hablarte por medio de la escritura vertiendo tu corazón hacia Él.

6. Enfrenta tus heridas del padre

No es un accidente que te hayas casado con un hombre que ha caído en adicción al sexo. La mayoría de las esposas han sido descuidadas o abusadas por sus padres mientras crecían y se han casado con hombres que reflejaban a su padre, emocionalmente. Algunas mujeres se casan con sus esposos por un motivo escondido: desean resolver sus heridas de la infancia, pensando que por medio de “arreglar” a su esposo y/o creando “el matrimonio y hogar perfectos” resolverán sus heridas del padre. Tú no puedes arreglarlo, aún cuando pudieras eso no resolvería las heridas en tu corazón.

Cuando el engaño de un esposo es revelado, podría salir a luz alguna herida del padre en tu corazón, y podrías estar vulnerable a caer en una depresión profunda o a tener problemas de enojo incontrolable acerca de temas ajenos al adulterio.

Algunos de estos, por supuesto, serán una reacción natural a lo que tu esposo ha hecho, pero podría ser que su engaño también haya tocado tus viejas heridas no sanadas. Si no encaras tus heridas del padre podrías quedarte atrapada en un ciclo de amargura y depresión, manteniendo a tu matrimonio dentro de ese círculo. Cómo luchar con estas heridas se discute en el artículo “Sanando las heridas del padre”. Aunque este artículo está escrito desde el punto de vista de un hombre, los principios mostrados de cómo lidiar con esto también aplican a las mujeres.

7. Haz de Dios tu verdadera fuente de vida

En su carta, mi esposa escribió: “Te hice mi todo”, lo que quiere decir es que me hizo un ídolo. Los hombres no son caballeros en una armadura brillante, tampoco somos máquinas creadoras de sueños románticos; somos vasijas rotas, tanto como las mujeres. Como hombres tendemos a hacer del trabajo o del ministerio nuestro dios o nuestra fuente de vida, las mujeres pueden usar las relaciones en su vida como su fuente primaria de autoestima. Cuando una mujer hace de su esposo o familia su dios (por ejemplo: “Estaré satisfecha si tengo al esposo perfecto con los hijos perfectos”), pone cargas y expectativas irracionales en las espaldas de las personas a quien ama. Luego, cuando algo va mal, como cuando su esposo revela su lucha con la adicción al sexo, su mundo colapsa, debido a que el cimiento de autoestima donde se encontraba se derrumba.

Reconstruir tu autoestima, tu sentimiento de valor debe venir de Dios y Él debe ser tu fuente primaria de vida, amor y valor. Sólo el amor de Dios puede hacerte resistir las tormentas y las pruebas de la vida. Si has aceptado a Cristo como tu salvador, eres una hija de Dios; santa, preciosa y amada ante sus ojos (lee Efesios 1 y 2, además de 1ra. Juan 4). Él nunca te traicionará ni te decepcionará, como otras personas quebrantadas podrían hacerlo. Cuando hayas aceptado el amor de Dios y Él sea lo principal de tu vida, puedes decirle a tu esposo que debe escoger entre la pornografía y tú, debido a que tu valor viene del Señor, no de tu esposo. Si Dios es primero, cuando tu esposo se encuentre en luchas, tu autoestima no será fuertemente golpeada porque verás a tu esposo como una vasija rota necesitada de gracia, no como el “todo” del que depende tu vida. Si Dios está primero, te será más fácil apoyar a tu esposo en su batalla.

Si Dios es tu fuente de vida y amor, entonces lo que necesitas hacer es:

8. Perdona a tu esposo

Si quieres ser sana totalmente de toda la amargura y el dolor causado por la traición de tu esposo, y si quieres que tu matrimonio sobreviva, tendrás que perdonarlo.

Perdón no significa que quieras hacer un corto circuito al proceso natural del dolor o negar que has sido herida. No significa que te tragues los problemas. Para llegar al punto del perdón primero debes aceptar que has sido herida – profundamente.

El perdón te costará tu todo y a tu esposo le costará nada. Esto significa que nuca podrás usar en su contra lo que te hizo; su deuda, la cual nunca podrá pagar, será completamente saldada.

Perdonar a tu esposo por su pecado contra ti, podría ser la acción más cercana a las actitudes de Cristo que llegues a hacer en tu vida, y te identificará con Cristo como ninguna otra cosa puede hacerlo. Jesús fue asesinado por la gente que él amaba, para que las personas a quien amaba pudieran estar cerca de Él. Tú has sido traicionada por el hombre a quien amas y la única manera como podrías quitar todas las barreras entre tu esposo y tú es perdonarlo como Cristo perdona.

Si le retienes el perdón, te mantendrás atrapada en amargura y dolor, y te devorará viva. Tu amargura continuará siendo una barrera entre tu esposo y tú, la cual mantendrá tu matrimonio atrapado en resentimiento, comunicación ineficiente y sentimientos adoloridos.

El perdón no le da permiso de abusar, en pos del pecado sexual, de tu gracia e indulgencia. No significa que dejes de pedirle cuenta por sus acciones o que no necesita seguir luchando la batalla contra la lujuria.

El perdón es una elección, un poderoso acto de la voluntad; no es algo que sientas hacer. Es renunciar a todo tu enojo y desatar a tu esposo de todas las expectativas de hacer bien las cosas, lo que por sí solo no puede hacer.

Cuando lo perdonas, permites que la gracia de Dios fluya libremente por medio de tu corazón, para que lave todo tu dolor y enojo, y que te llene de su paz. Estás botando una pared que se encontraba entre Dios y tú. Tu perdón permite que la gracia de Dios fluya hacia tu esposo y lo levante de la vergüenza y la culpa. Solamente luego de que lo perdonas cuando hallas la paz nuevamente. Si estás luchando por otorgar perdón, Jesús puede darte el poder de otorgarlo, si realmente lo deseas.