“Creo que necesitamos hablar”
“Lo que no deseo hacer, eso hago” – Yo puedo identificarme totalmente con ese versículo. Como líder juvenil, tenía relación con muchas personas y a la vez, por diez años, había estado consumiendo pornografía, algunas veces hasta tarde por la noche. Por medio de esta adicción, no solamente había herido profundamente a mi novia de esa entonces, sino que estaba desesperado porque sabía que lo que hacía no agradaba a Dios.
Solamente tenía ocho o nueve años cuando encontré una revista de pornografía pesada en un contenedor de basura. Yo no sabía nada acerca de sexualidad o la pornografía, y lo que vi hasta hizo dar vueltas a mi estómago. Al mismo tiempo estaba fascinado con lo que estaba viendo. Mi segundo encuentro con la pornografía llegó a la edad de doce años, esta vez fue por medio de un juego de póquer para computadora donde se apostaban prendas de vestir. Por medio de la televisión, revistas pornográficas e Internet descubrí por mí mismo la sexualidad. Sentía que el sexo solitario solamente me generaba un gran vacío en el corazón. Una y otra vez le pedí perdón a Dios. Aún cuando algunas veces experimentaba gracia, paciencia interminable y su profundo amor por mí, seguía haciéndolo.
Yo luchaba con ahínco contra mis sentimientos de culpa.
Aún así, yo no me hubiera identificado como un adicto a la pornografía. Fue hasta mucho tiempo después que admití que realmente era un adicto a la pornografía y que me controlaba. Buscaba “material” para satisfacer mi hambre. Una vez fui al contenedor de basura a buscar revistas pornográficas a pesar del hecho de que habían otras 2.000 personas viviendo en el complejo habitacional. Comprobé que no habían revistas Playboy o parecidas dentro del contenedor, pero nada era demasiado vergonzoso para mí.
Siendo un líder juvenil no podía contarle a nadie acerca de mi problema con la pornografía, y por supuesto, no podía contarle a los jóvenes. Me sentía esquizofrénico debido a que era un cristiano viviendo una doble vida. Constantemente me preguntaba si Dios podía usar una persona discapacitada. Aún mis padres no sabían acerca de mi consumo nocturno de pornografía debido a que nuestra televisión y computadora estaban en el sótano. Muchas veces me quedaba atrapado allí hasta las 2 o 3 de la mañana. Cuando iba a las tiendas parecía un ladrón, tomaba un disco compacto de la sección de pornografía, justo antes de salir corriendo a casa esperando que nadie me hubiese visto. Eventualmente, lo inevitable sucedió, otro líder juvenil y su esposa casi me atraparon en una de mis giras de compra de pornografía. Me mantuve limpio por un período más largo de tiempo.
El cambio llegó cuando mi novia me atrapó mientras estaba en una página de Internet no muy apropiada. Apagué la computadora tan pronto como pude y huí hacia la “ratonera” más cercana: un mueble con puertas corredizas, fue mi reflejo de supervivencia. Mi esposa cuenta en los seminarios que yo era el “retrato de la miseria” – “¡Phil, creo que necesitamos hablar!” me dijo, mientras yo deseaba que la tierra me tragara. La siguiente pregunta fue como iba a lograr, finalmente, salir de este horrible desastre de la pornografía.
Ese mismo día, me arrodillé delante de Dios y mi novia y prometí no volver a involucrarme en la pornografía. Por supuesto, esta promesa no es una receta mágica. Eso era lo que, yo particularmente, necesitaba hacer, y desde entonces he estado libre. Sin embargo, hubo otros factores implicados que me ayudaron a dar mi adicción por terminada. Me dí cuenta de cuánto había herido a Karina y que las cosas no podían continuar así. Además, ya había llegado al punto de no tener más alternativas y definitivamente, no deseaba continuar de esta manera. Creo que cuando no hemos agotado las alternativas, dejamos una puerta trasera abierta diciendo: “¡Un poco de pornografía no hiere a nadie!”
Desde entonces Dios me ha animado a limpiar mis pensamientos debido a que aún un solo pensamiento acerca de una mujer desnuda o de una aventura puede ser peligroso. Jesús habla acerca del adulterio espiritual. Dos cosas realmente me han ayudado; la primera ha sido mi mejor amigo y la segunda mi esposa – dos personas a quienes les rindo cuentas y con quienes siempre puedo hablar acerca de cómo estoy.
80% del poder de la pornografía es roto cuando las personas inician a hablar y compartir sus pensamientos con alguien más. Además, he instalado software de protección en mi computadora que informa a mis compañeros de rendición de cuentas acerca de los sitios Web que he visitado.
Tengo claro que no soy capaz de mantenerme “limpio” por mi propia cuenta. He aprendido a no tener miedo de mi siguiente caída y a no ponerme tenso cuando se toca el tema del sexo. Cuando veo una cartelera con una mujer desnuda ya no entro en pánico, como solía hacerlo. La información entra a mis sentidos pero no la estudio y sigo mi camino. He aprendido a hablar con Dios acerca de mi sexualidad y a llamar a las cosas por su nombre y le ruego que llene el vacío de mi corazón. Fue importante para mí encontrar en qué puntos estaba vulnerable. Soy vulnerable cuando estoy solo, temeroso o cansado. Mi esposa y yo tenemos el hábito de ir a la cama al mismo tiempo. Ese hombre que miraba pornografía hasta tempranas horas de la mañana ya no existe. Otros quizá encontrarán que el aburrimiento, emociones no resueltas, la aventura, que la falta de amistad o una crisis pueden ser el caldo de cultivo para la pornografía.
La pornografía es solamente una copia barata de los planes que Dios pensó para nuestra sexualidad: te deja vacío, pero Dios creó a un hombre completo, incluyendo su sexualidad.
Desde que Dios implantó en mi corazón la materia “Vías de escape de la pornografía”, me he involucrado en un equipo que desea ayudar a personas que desean dar un cambio a su vida. Mi meta es que los cristianos, las iglesias, las hermandades, los matrimonios, los grupos en casa o de estudio bíblico inicien a hablar acerca de las vías de escape de la pornografía. También hemos iniciado equipos de autoayuda. También estoy complacido en que Dios me haya sacado de la basura en que me encontraba y fue paciente para darme mucho amor. Finalmente me he librado de la persona deficiente y estoy experimentando la maravillosa libertad sexual que Dios planeó para nosotros. Por supuesto, hay tiempos en que soy tentado y en las cuales tengo que sacar la tentación a la luz antes de que echen raíz o se pudran dentro de mí.