1. La adicción al sexo es un pecado escogido libremente. La persona que se envuelve en las redes de la adicción al sexo ha escogido intencionalmente dejarse llevar por la lujuria o inmoralidad sexual. Nadie obliga a la persona con adicción al sexo a tomar constantemente de las fuentes de la lujuria. Cualquier tipo de sexo fuera del matrimonio entre un hombre y una mujer es pecado, tanto como lo es tener pensamientos lujuriosos en el corazón.
2. La adicción al sexo es una esclavitud a las obsesiones y compulsiones de la lujuria. La pornografía y la inmoralidad sexual desvanecen el alma, cuánto más alguien se envuelve en la pornografía y la masturbación cuanto más vacía se vuelve la persona. En poco tiempo la lujuria se vuelve una obsesión que vuelve a la persona con adicción al sexo en una persona boba que busca desesperadamente la máxima fantasía o experiencia sexual. Aunque la lujuria lo hace sentir vivo siempre lo deja vacío, miserable y lleno de vergüenza.
3. La adicción al sexo se vuelve un falso mecanismo de defensa. La persona con estos problemas usa sus fantasías sexuales como un mecanismo de defensa para aislarse de las demandas de la vida real; cuando las situaciones no van como él piensa que debieran él busca en el sexo la comodidad y una vía de escape. Las fantasías no dan ni comodidad ni una salida, simplemente hace la vida aún peor ya que cada vez acumulamos más vergüenza, miseria y vacío.
4. La adicción al sexo es amor falso. Muy dentro de su corazón, la persona con problemas sexuales cree que no puede ser amado tal y como es, entonces se enfoca en el sexo para encontrar amor, comodidad y aprobación.
5. La adicción al sexo es un falso sustituto del amor de Dios. Desde el momento de nuestro nacimiento todos tenemos un hambre por Dios, necesitamos profundamente su amor, gracia, aceptación, gozo y paz. La persona que sufre con problemas sexuales no cree que el Dios Viviente lo acepta por lo que usa una máscara para esconder lo que realmente es. Pueda ser que él sepa la teología de la gracia, pero la persona con adicción al sexo nunca ha aceptado el regalo de la gracia de Dios en su corazón. Sus acciones son una prueba de eso, porque lo que hacemos revela lo que creemos.
6. La adicción es un veneno espiritual, emocional y psicológico. Este veneno desvanece el alma del hombre y lo vuelve una persona totalmente desesperada y que no encuentra salida a ningún problema. Esta adicción destruye a hombres, mujeres, niños; matrimonios y familias. Los pecados sexuales destruyen a la iglesia de adentro hacia afuera.
7. La adicción al sexo se vuelve un ídolo al que adoramos. El hombre o mujer que se rinde al dios falso de la lujuria lo está haciendo el objeto de su adoración, su fuente de vida. A quien adoramos se vuelve nuestro señor.
Un adicto al sexo cristiano es alguien que trata de tener la falsa comodidad del pecado sexual y el amor de Dios. Su relación con Dios se vuelve como máximo una tibieza espiritual.