Era fines del otoño de 1998, estaba en un viaje de negocios y había estado viendo películas pornográficas en las habitaciones de hotel, otra vez, aunque sin masturbarme. Aunque no había tenido sexo conmigo mismo, las imágenes, la suciedad y la vergüenza corriendo en mi interior eran igual de intensas que si lo hubiera hecho.
Un problema era la definición de los Programas de los 12 Pasos acerca de la sobriedad sexual. Comenzaba con «no tener sexo con uno mimo u otras personas más que con la persona con quien estoy casado», lo que estaba bien, luego tenían una frase loca acerca de «verdadera sobriedad, lo que significa una victoria progresiva sobre la lujuria». Debido a que era difícil entender verdaderamente lo que era «una victoria progresiva» (casi no significaba nada) todos se enfocaban en el aspecto meramente físico de la definición. La gran meta del grupo era que todos fuéramos sobrios; los chicos con un año o más de sobriedad eran reverenciados como si fueran un profeta y los nuevos asistentes al grupo los buscaban para saber los secretos de su sobriedad.
Al inicio de los 90 cuando me involucré por primera vez en un programa de 12 pasos, me metí de cabeza y acumulé 18 meses de sobriedad. Ahora yo era uno de los cuales se comentaba en asombro. Comencé a liderar grupos y a apoyar a otros, disertando mi sabiduría como si hubiera sido Platón. Me había vuelto el «Gurú de la libertad sobre la lujuria», mínimo eso pensaba yo.
Podríamos definir sobriedad como «la moderación o abstinencia del consumo de licor, alcohol o del uso de drogas».
Aunque había sido abstemio de pornografía, masturbación y sexo fuera del matrimonio por más de un año y medio, todavía estaba luchando con el insistente vacío y soledad interior que me roía. Ese vacío espiritual destruyó lo bueno que había hecho durante un viaje de negocios a Canadá, cuando perdí mis 18 meses de sobriedad en una sesión de sexo por teléfono y masturbación. De la noche a la mañana, había sido rebajado hacia la categoría de los que no valían nada.
Rápidamente, regresé al camino y estuve sobrio por 3 años. Con 3 años de sobriedad a mi nombre sentía que otros debían hacerme reverencias cuando entraba a la habitación. ¿Cómo podía caer nuevamente luego de pasar tanto tiempo sin haber hecho nada físico?
Nos mudamos desde Los Ángeles a Colorado Springs en 1995. Había perdido mi base de soporte, el siempre presente vacío se intensificó hasta volverse un gran rugido. Caí de manera estrepitosa y perdí mi «sobriedad» durante una sesión de pornografía y masturbación. Esta vez, sin embargo, no me pude recuperar y estuve en ese agujero por un período de 3 años, en vergüenza y depresión.
Había cometido muchos errores (y había visto a otros hacer lo mismo) al convertir a la abstinencia sexual mi único blanco. Había visto a hombres involucrados en pornografía que se auto-nombraban «sobrios», solamente porque no se masturbaban. Esto es como si un alcohólico se proclamara sobrio porque estuviera bebiendo cerveza en lugar de whiskey.
El volverse demasiado orgulloso por cuánto tiempo llevamos «sobrios» es una trampa en la que es fácil caer, y yo mismo experimenté que esto me llevó a tocar fondo. Es difícil pasar por este camino tan difícil y lleno de trampas con un gran paquete de ego tapándote la cara.
Muchas veces llegué al borde del precipicio tratando de ver con cuánta lujuria podía jugar sin perder mi «sobriedad». La verdad es que no había hecho el compromiso de correr del pecado sexual, en lugar de esto todavía jugaba con él. El estándar de sobriedad que estaba siguiendo en realidad invitaba a esto, el sistema tenía demasiadas fallas.
Pureza y sobriedad no son la misma cosa.
Podríamos definir pureza como:
- 1. La cualidad o condición de ser puro.
- 2. Libertad de pecado o culpa, inocencia, castidad.
En definitiva, debemos buscar en Dios el estándar de pureza sexual, y su estándar va más allá de las externalidades:
«27 Ustedes han oído que se dijo: «No cometas adulterio.» Pero yo les digo que cualquiera que mira a una mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella en el corazón». Mateo 5:27-28
Vemos que Jesús cambió de lo físico a lo espiritual cuando fijó el estándar de Dios para la pureza sexual. Mientras los hombres se enfocan en las externalidades, Dios busca el corazón, porque es allí donde «salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, la inmoralidad sexual, los robos, los falsos testimonios y las calumnias» (Mateo 15:19). Jesús no dejó vacíos cuando determinó el estándar para la pureza sexual; en el instante en que tenemos lujuria en nuestro corazón hemos pecado, o perdido nuestra «sobriedad». No existe algo como la «regla de los 3 segundos», como algunos han dicho.
Recibo correos electrónicos de hombres quejándose porque hablo de la abstinencia de la masturbación, casi puedo oírlos ahora: «eso es imposible; ¿quién podría cumplir eso? ¿Quién puede mantenerse así de limpio?». Si estás pensando esto, estás en el camino correcto porque el estándar de Dios para la pureza sexual es imposible, y creo que Él lo planificó de esa manera. Sólo Dios puede transformar un corazón sucio, lujurioso y egocéntrico en uno puro.
Con el estándar de Dios para la pureza sexual, me veo forzado a estar de rodillas. La bandera blanca se iza, debo declarar bancarrota; la batalle está perdida antes que comience, y estoy del lado perdedor. Estoy condenado al fracaso cada vez que debo cumplir el estándar de Dios, porque no puedo limpiar mi corazón..Esto significa que debo dejar la idea que tengo el poder dentro de mí para ser «suficientemente bueno», debo apoyarme en Dios todos los días si deseo vivir libre de la lujuria. Ezequiel 36:26 dice: «Les daré un nuevo corazón, y les infundiré un espíritu nuevo; les quitaré ese corazón de piedra que ahora tienen, y les pondré un corazón de carne». No puedo jactarme por tener un número X de meses o días de «sobriedad», porque la libertad del pecado que disfruto hoy es un regalo del Señor.
Encontrar la verdadera pureza sexual, que es la libertad de la lujuria del corazón, no viene de la abstinencia. Encontramos la libertad cuando un corazón vacío, hambriento y miserable es llenado con el amor de Dios. Si un hombre se abstiene del pecado pero todavía tiene un corazón vacío, al final volverá a la lujuria o a alguna imitación del amor (como yo lo hice). Lo que en realidad buscamos es llenar nuestros corazones con algo mucho más poderoso, maravilloso y puro que la lujuria.
En «La Búsqueda de Dios», AW Tozer escribe:
«No son las meras palabras las que nutren el corazón, sino Dios mismo, y a menos que encontremos a Dios en una experiencia personal no habremos sido cambiados por simplemente haber escuchado la verdad. La Biblia no es un fin en sí misma, sino el medio para traer a los hombres a un conocimiento íntimo y satisfactorio de Dios, para que puedan entrar ante Él y que puedan deleitarse en su presencia, que puedan saborear y conocer la dulzura interna del mismo Dios en persona dentro de lo más íntimo de sus corazones».
Una vez que has probado y sabido «la dulzura interna del mismo Dios en persona dentro de lo más íntimo de tu corazón», obtendrás el poder de vivir su estándar imposible de la pureza sexual. Un corazón que está floreciendo y creciendo con el amor de Dios ya no tiene hambre de las patéticas imitaciones como la lujuria. Cuando haces de conocer y amar a Dios tu meta, obtienes pureza sexual. Pero cuando haces de la mera abstinencia (o sobriedad, como algunos hombres le llaman) tu meta, continuarás fallando, porque no hay poder en ella. La orden de la escritura no es «sé suficientemente bueno para que Dios te ame», sino conocerlo, como Pablo escribió en Filipenses 3:8-11:
«8 Es más, todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, a fin de ganar a Cristo9 y encontrarme unido a él. No quiero mi propia justicia que procede de la ley, sino la que se obtiene mediante la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios, basada en la fe.10 Lo he perdido todo a fin de conocer a Cristo, experimentar el poder que se manifestó en su resurrección, participar en sus sufrimientos y llegar a ser semejante a él en su muerte.11 Así espero alcanzar la resurrección de entre los muertos».
La integridad, o esa un corazón puro, viene luego que conocemos a Cristo y lo hemos hecho el Señor de nuestras vidas. Él no desperdiciará su tiempo tratando de competir con nuestros otros dioses, tales como la lujuria, el trabajo, la comida, relaciones, placeres de la vida – o nuestro orgullo por nuestra «sobriedad». Debemos esforzarnos de manera entregada, consistente y sin compromisos con el mal, dando todo nuestro esfuerzo para hacerlo a Él el Primero, como Pablo, quien «consideró por pérdida todas las cosas».
«No son las meras palabras las que nutren el alma, sino Dios mismo… la Biblia no es un fin en sí misma, sino el medio para llevar a los hombres a un conocimiento íntimo y satisfactorio de Dios» escribe Tozer. Conozco a muchos cristianos adictos al sexo que tiene tomos completos de la Biblia almacenados en su cabeza, que han hecho cosas maravillosas en el ministerio pero que nunca han sentido sus almas ser tocadas por Jesús. No han «probado y conocido la dulzura interna del Dios mismo en el centro de sus corazones». Podrán conocer la teología de la gracia, pero la gracia no ha tocado sus corazones. Están tan vacíos y miserables como yo estaba.
Lo que no deja a un cristiano adicto al sexo disfrutar el gozo de la presencia de Dios es un sentido interno de vergüenza sobre su existencia que nunca han confrontado. Una vez libres del grillete de mentiras, son libres para sumergirse en el amor de dios, y las obsesiones y compulsiones de la lujuria se van.
Llegar al estándar de Dios para la pureza sexual no cancela la necesidad de estar fuera del aislamiento, de asistir a grupos de apoyo, de reunirte con un compañero de rendición de cuentas o de quitar los tropiezos de la tentación (Mateo 5:29-30). 100% de la responsabilidad de «no satisfacer los deseos de la carne» es nuestra (Romanos 13:14). Dios no va a tirar tu colección de pornografía o apagar la televisión o la computadora por ti. Tu parte del trato es correr intensamente de la inmoralidad sexual, no caminar por el borde del despeñadero. (1 Corintios 6:18).
La abstinencia de los actos sexuales ilícitos es el inicio, no el fin. La libertad del pecado sexual en el corazón, lo que es la verdadera sobriedad, viene después de restaurar nuestro Primer Amor.
«Me has dado a conocer la senda de la vida;
me llenarás de alegría en tu presencia,
y de dicha eterna a tu derecha».
Salmos 16:11
«2 Dichosos los que guardan sus estatutos
y de todo corazón lo buscan.
3 Jamás hacen nada malo,
sino que siguen los caminos de Dios».
Salmos 119:2-3